sábado, 29 de enero de 2011

Éxtasis

Ahí, justo en la curva donde termina mi espalda, quiero que reposes tus labios hasta quedarte dormido. Ahí es donde nacen todos los sueños y mueren todas las esperanzas. Ahí, donde nunca habitará el olvido.
Y es que hoy quiero reinventar un recuerdo que no sabemos si es nuestro o se lo llevaron las nubes. -Esas nubes que ahora miro, temblorosas en el cielo, obstinadas en su negrura a hacer cabecear al sol e imponer su sonata triste de lluvia-.
Tal vez estábamos demasiado cansados, y estaba demasiado oscuro, y por eso.
De vez en cuando imaginaba tu boca asimétrica deslizándose sobre mi frente inquieta y febril, casi llorosa. Y es que mis ojos hacía no mucho tiempo habían estado inundados en lágrimas, y todavía conservaban intacta la huella húmeda de la salinidad imperfecta.
Mordiéndome los labios alejaba de mí cualquier preludio de un gemido. Pero eso no quería decir que mi pecho no se agitara, o que mis ojos no se abrieran de repente al sentir tu mano en la piel desnuda. Buscando... - ¿ay!- encontrando.
Y luego la vuelta a casa, escrutando mi reflejo en las ventanas de un vagón de metro: las pupilas desbordadas, las mejillas encendidas y el cabello alborotado, los hombros nerviosos y las caderas bamboleantes, las botas desatadas, los calcetines arrugados, la vida entre paréntesis.
(...)

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