jueves, 23 de agosto de 2012

Tempestad e ímpetu

Hoguera única allá en el fondo
del pasillo y de tus ojos o los míos
los nuestros: dilatados parecidos
sordos al espejismo del mundo
la prohibición de estar tan cerca
tan próximos los prójimos
sus miembros sometidos al balanceo
constante como las mareas
como los flujos sanguíneos
el vuelo de los teros
el río Quinto y sus torrentes invisibles
caballos y llamas y mujeres bailando
danzas frenéticas que arrasan
bosques campos atardecer llanura
sin barreras fuego crepitante Pampa.
Me muerdes me muerdo no hay grito
capaz de silenciar la noche.
Mientras tanto acá en Mercedes
las tortugas caminan veloces
sin mirar atrás
sin envidiar a las nubes.

Alma radiante

Sistemas solares en tus ojos
girando incansablemente
hacen de esta ciudad chica
un lugar ameno, un lugar cálido,
para quedarse.

Aquí cerca del suelo permanezco
dormida entre sabios animales
que huelen y lamen el olor suave
ese olor salvaje, alegre, olor a vida,
que perfuma mis piernas y tus manos
cuando arrancan sollozos del violín
-Casandra sabe muy bien de lo que hablo-.

Y si no que le pregunten a ella, Alma,
niña y madre, hermosa Almita de ojos como balas,
balas negras a punto de salir disparadas
y atravesarte.
         -Cruel ternura-.
Te busca, te encuentra, mira celosa tus alas
y se pone triste cuando emprendes el vuelo,
porque a veces lo haces, sin darte cuenta.

El sol deslumbra en este planeta llamado Mercedes,
constelación de san Luis, estrella vieja,
antigua como el hombre que vino a nacer
en tus entrañas, corazón de la Argentina
y ahora, para siempre, mi tierra.

jueves, 9 de agosto de 2012

La insoportable brevedad del ser


Duermes con alguien aunque ese alguien
no duerma contigo.
Tiemblas y tus truenos internos son terribles
como la luna llena en el horizonte
a punto de suicidarse.
Te estremeces de dentro a fuera.
Las caricias lentas retrasan el momento
del diminuto estallido.
Los brazos que te rodean son tuyos
como ese poema que llevas escrito
en el centro de la frente
burlona
Arrugas el ceño pensativo y parece
que anidases en otro lugar en otra tierra
con unos ojos no tan distintos
de soles recostados en lechugas suaves
Tu abrigo es grande y negro
Mi ropa sumamente ligera
Mientes y miento
Todo nos enloquece
Buenos Aires gime a solas
Tu Alma ladra con tal fuerza
que tus sueños pasarán a ser los míos
en breve
y cuando extiendas tus alas
nada habrá que pueda retenerte a mi lado.
Estaré mucho tiempo desnuda y
mi cuerpo perderá su consistencia
para terminar desintegrándose en el viento.
Entonces no habrá azul que no conozca
Lince que no defienda
Porque esa mano blanda
acurrucada en mi nuca
unirá países continentes lenguas



Pleamor


Una boca sumergida y ronca rebrota
      como un milagro desde el fondo
del pantano de tus ojos     indecentes
quemantes o lascivos     en la noche ruidosa
              de Blandos Aires
Permanecen los restos del naufragio
         entre nosotros
y algo me impide   distinguir
qué es frazada    qué almohada
              qué dedos
Qué es todo esto
derrumbándose sobre mi cuerpo
    de madrugada
Tu pecho guarda un rugido oceánico
       las olas nos arrastran sin remedio
Te hundes         te ahogas
           nos mueres
hacia abajo
    hacia abajo
            hacia
dentro
y lejos de esta orilla
Río de la Plata    río tembloroso
           Caos nuevo
Vuelve tarde   de noche   a oscuras
Sal de aquí  vete   márchate    huye
pero regresa a mi 
     desorden
Y déjame que te cuente que
             -esto-
 no es un poema sino
                         el pleamor
la paz    tan   anhelada
 la agitación          el oleaje

      de mis sentimientos