Siempre había pensado que la taza del váter era el lugar idóneo para llorar. Las convulsiones le hacían balancearse de izquierda a derecha, hacia delante y hacia detrás, así que tenía que aferrarse a los bordes blancos con ambas manos intentando que no se le escurrieran los dedos. Se sentía un poco como si navegara en un bote salvavidas, de esos que te rescatan cuando te has alejado de la costa un día de marejada; la diferencia era que no estaba perdida en medio de un oceáno, ni siquiera en un diminuto mar, sino en el centro exacto del cuarto de baño de su casa, lo que era bastante más ridículo, en aquel rincón escogido para el llanto.
Los ojos anegados en lágrimas dificultaban su visión, empañando la realidad, y los baldosines de mármol adoptaban rostros desencajados, sonrisas grotescas que parecían burlarse del espectáculo que era su desintegración, la huída a pasos agigantados de lo que era su orgullo, que la abandonaba con la cara hecha un cromo: los ojos coloradísimos y las mejillas llenas de ronchones, de sal, de pena diluída, y sobre todo de miedo, mucho miedo desde que una voz familiar pronunciase aquel hasta pronto.
Y enseguida el tintineo de un manojo de llaves, un sonoro portazo, y luego, nada.
Pero ese hasta pronto no era una simple fórmula de cortesía. Había podido oír cómo su voz se quebraba en la primera o: algo así el principio de un gemido mal disimulado en la voz ajada de su madre. Había visto pasar su pantalón blanco de verano, sus pies dentro de las sandalias de tacón, su melena tan temida e idolatrada, antes de que desapareciese en el aire la sombra flotante que suponía un hasta pronto. Eran tantas las señales que no pudo responder, ni siquiera le había dado tiempo a reaccionar. Cómo le dolía que todo fuese a terminar así, con una mentira piadosa, ¿por qué no había dicho adiós si era claramente un adiós? Si no pensaba volver, ¿de qué servía hasta pronto? ¿Qué significaba pronto? ¿Un par de horas, o acaso seis meses, o tal vez toda una vida? ¿Cuándo es pronto?
Boqueando incontrolablemente entre jadeos retorcidamente dolorosos, fue resbalando desde su asiento privilegiado hasta el suelo, para dejarse rozar por el mármol helado. Con el pantalón a medio subir todavía, se arrodilló junto al terrible agujero de la taza del váter y miró en su interior. Su vida era apestosa y maloliente, y le daba asco y arcadas y ganas de tirar de la cadena.
Y así lo hizo. Tiró, y tiró, y tiró, hasta que no quedó más agua en la cisterna, y por fin empezó a desbordarse por encima del váter hasta rodearla de sus propios excrementos.
Sonrió entre lágrimas. Si no podía volver al mar, el mar retornaría a ella.
Adiós, adiós, mamá. Espérame ahí.
Hasta pronto.
lunes, 28 de mayo de 2012
domingo, 27 de mayo de 2012
Segundo boceto: la pincelada
A Eme
"Y yo sola con mis voces, y tú,
tanto estás del otro lado
que te confundo conmigo"
(Alejandra Pizarnik)
Sueño vespertino de piernas(Alejandra Pizarnik)
atrapado en un vuelo de gaviota,
rodillas que refrenan su caída,
dedos que descubren sus historias.
Así eres a mis ojos, Marina,
milagro de tirante fino y curvilíneo
escote de olas que no se detiene implorante
sino que permanece a la espera de
una orilla donde yacer unos segundos
de sagrada oscuridad entrecortada.
Risa que se te escapa y que me llena
los pulmones como si tuviese todo el mar
dentro del cuerpo, y sentirse un poco pez
cuando me dejas entrar en tu jaula
de fiera salvaje y tierna,
-pero muy humana,en el fondo-.
Me miras preocupada desde tu balcón de labios
sin barrotes y aspiro su aroma a vértigo
fortuito en la cima del mundo.
Me esmero por fabricar una sonrisa
a la medida de tus dedos y reposo la cabeza
en tu hombro sereno y admirable, mientras
ideamos un mapa de vidas por vivir
que ni siquiera son las nuestras.
Me preguntas si tengo hambre y sí
lo tengo: pero es hambre de futuro, es hambre
de nostalgias; un apetito voraz que me
devora y se devora y nos escupe
a las dos en medio de la Pampa.
Me preguntas y no puedo responderte:
-yo también puedo oírlo, a mí también
me estremece y tengo la piel a punto de
prorrumpir en sollozos;
Eme, por mucho que lo intente no puedo
decirte a quién de nosotras pertenece
el bombeo de ese corazón.
jueves, 24 de mayo de 2012
Azul
Azul infinito
Azul mar
río
torrente
arroyo
azul itinerante
Azul pupilas
Azul vestido de volantes
por encima de la rodilla
Azul universo y
azules los sueños
golondrinas azules
y los pitufos y los sugus de piña y
el boli bic o el envase de leche pascual
- hasta hace poco-
Azul toda mi vida en pocas palabras
como azules los días de mayo casi junio
cuando atardece en mis labios
y en las ventanas de un quinto piso
con la lentitud deliberada del novio
que se hace esperar en todas las citas.
Azul Azul Azul
cielo azul mires a donde mires
huyas a donde huyas
desierto de tonos fríos y arañazos blancos
salpicaduras de ángeles
besos del viento
olores almizclados
y el azul profundizando
en los corazones
casi siempre.
lunes, 21 de mayo de 2012
10.012,09 Km
¿Cuándo?
Me preguntan
cuándo te vas cuándo
regresas cuándo vuelves
a casa pero
si yo
no me
marcho no me voy
para siempre si
me da miedo el avión
si me dan miedo
los trenes y los hombres
que se saltan de parada
si sé que soy una niña
con cara
y rostro
y facciones
de niña chica
perdida en sus propios límites
definitivamente
grandes
y a veces
tan tan tan lejanos
como Madrid
de Buenos Aires.
sábado, 19 de mayo de 2012
Granizo
A cada grano de arena
su sombra al alba;
a cada vida
su nombre propio y su propio ajeno;
lo imposible de sí misma:
lo que los otros le han creado.
(Hugo Mujica)
Caen del cielo;
desde el cielo aquel
a nuestras pisadas de barro,
que como balas de cañones
ametrallan los adoquines y estallan
entre tú y tú
entre tú y el paraguas y los espejos
porque yo era charco para entonces
-no pude evitarlo, lo siento-.
El granizo fue bautizando la calle
apresuradamente
y una niña de colores saltaba los afluentes
de un río infatigable y denso
como mis ojos -tal vez-
cuando estoy frente a un poeta
y ese poeta, ese
me sabe gritando y me sabe leyendo
a Mujica al bajar la calle Alcalá
sin tropezar con ningún pie -propio o ajeno-
caminar al borde del bordillo
ignorar el tráfico el letargo imposible
de los coches
cuando atardece en Madrid
cuando mi ciudad
empieza a entrecerrar los ojos poco a poco
y me gusta, me enternece
detenerme a rozarla de perfil
acariciarle el pelo azul
de nubes rizadas y pestañas blancas
porque ella es bonita a su manera
-pero solo a veces-
después de que haya pasado la tormenta.
Poesía es tener un monólogo
con otra boca y otro perfume diferentes.
jueves, 17 de mayo de 2012
Inés
Para Inés,
por estar, por ser
y parecer mi propio existir
Inés, Inés, Inesita, Inés,todo lo que eres...
¿cómo explicártelo?
Que me gusta cuando dices:
"me fumo este y nos vamos"
que es fácil regalarte cosas
porque me encantan tus ojos como platos
llenos de exóticos manjares
y porque ya sabes
que puedo contarte una historia
que dure toda la tarde
-si no voy al grano-,
y creo que el mejor lugar para confesiones
es el sofá de tu casa
blandito frente a la tele
justo después de ver el rosco
y haber acertado
todas las de literatura
Soy otra cuando salgo
del 643
y encaro el frío o el calor con ansias renovadas
No puedo evitar cuidarte y
-siento ser tan pesada-
pero es que tus ojos
Inés
son a veces
muy grandes
y tiene todo el poder de convicción del mundo
Tienes un alma preciosa
y eres única
porque se han extinguido todas las de tu especie
" Y para que me entiendan:
el que no la haya querido nunca
que tire la primera moneda".
lunes, 14 de mayo de 2012
Los complementos indirectos también mueren
A los gramáticos en general
y a doña Marina Albondiguilla en particular,
a quien deseo una larga vida
Amén
(...))))
....deja de dolerme
-tumor-
deja de dolerme
tanto y tan insistente-
mente atroz
mortal rugido/ fiera silbante
opresiva placenta
estranguladora sed -y luego-
cuerpos entrechocados
caótico fin propicio a
empezar
sin dejar nunca
de.
Abrazos
de brazos zozo-brantes
pies a la deriva lengua
de sierpe muda
venenosamente verde
y larga
como una tortura ingresiva
semejante al rictus aquel
que afloró de su boca
cadavérica que se tambalea
entre escombros de maquillaje
azul azafrán
y tanta peluquería
y tanta arruga de camuflaje
Para qué
si estás muerta muerta muerta
mil y una veces müerta
y solo *ella velará tu reposo.
No me hace falta (locución verbal)
estudiar (actividad)
para saber (estado)
que Morir no es perpetuo
ni siquiera dinámico
pero sí télico sí!..
Porque para ti y sólo para ti
es un (logro).
Gracias por todo: y maldita seas
¿puta asesina?
-vieja anticuada-
(((...)
*gramática
sábado, 12 de mayo de 2012
La semilla de nuestra podredumbre
Decidieron llamarnos poetas
y lo hicieron
hasta desgañitarse
o más bien
hasta que se nos quedó grabado:
sois poetas sois poetas sois
poetas sois
poetas
sois potaje de garbanzos
-que viene a ser lo mismo si lo miras
desde el punto de vista
de la boca del verso del estómago
que se abre
para recibir una
legumbre
un fruto del campo
o del trabajo
o de la mano
de los hombres
que lucharon
pero hoy
se han ahorcado así:
entre sudores
fríos y sílabas
jugosas que albergan
dentro
mitad y media de sabroso
gusano.
y lo hicieron
hasta desgañitarse
o más bien
hasta que se nos quedó grabado:
sois poetas sois poetas sois
poetas sois
poetas
sois potaje de garbanzos
-que viene a ser lo mismo si lo miras
desde el punto de vista
de la boca del verso del estómago
que se abre
para recibir una
legumbre
un fruto del campo
o del trabajo
o de la mano
de los hombres
que lucharon
pero hoy
se han ahorcado así:
entre sudores
fríos y sílabas
jugosas que albergan
dentro
mitad y media de sabroso
gusano.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Léelo
Al Lope de Vega de los tiempos presentes
Escribías versos de peces de mares
azul marino transparente mirada
derretida en un labio que entonces
rabiaba por otro color y por otros placeres.
Me diste poco y con eso fue mucho
lo que desaprendí aquel verano de hace tanto
porque tanto calor congelaba mis noches
y a veces notaba una sierra punzante
clavada en la médula clavada en la tráquea.
No me enamoré porque no era propicio
o porque el vicio aquel me masturbaba
los ojos y no podía llorar de alegría
si nadie me había enseñado a coger
bien la cuerda y atármela al cuello muy fuerte
hasta rasgarme las yemas de los dedos.
Si no tú, ¿quién me habría protegido
del monstruo que tropezaba en mi alma?
Atrapada en los bises de tu amada tragedia
me desinflé como una pelota hinchable
el día de un partido decisivo mientras
ese dolor tan blanco fabricaba legañas.
Las fichas se cansaron y el juego quedó
en un empate y la tregua no fue de treinta años
sino de tres meses o cuatro o cinco
ya ni siquiera lo recuerdo...
No sé cómo explicar que todo fue un garabato
desordenando los poemas de mi vida
o una lluvia esdrújula de hipérboles
siempre y nunca pegadas en las suelas
de mis botas marrones de todos los días.
Cuando yo me vaya cuando yo cruce el océano
cuando ya no puedas intuirme en los gestos
y en las palabras
Cuando esto suceda, tan solo léelo,
lee esta mierda de poema
repito léelo:
y que sepas que unos versos
pueden detener el tiempo a tu favor.
lunes, 7 de mayo de 2012
Dios comido
No somos
profanadores de tumbas.
No somos
predicadores.
De tumbas no somos
enterradores:
sí cabezas sí
pensantes sí habitantes
de ataúdes de
sarcófagos o féretros
Nosotros los bárbaros barbarizamos hasta no dejar un hueco
-de barbarie-
en este hoyo pútrido e
infecto
donde no hace falta
firmar testamentos con sangre
sino con tinta espesa bersos
intoxicados
de calamares.
viernes, 4 de mayo de 2012
Insoñación
Desde que le habían diagnosticado aquella extraña enfermedad su vida había dado un giro de ciento ochenta grados; no de trescientos sesenta, no -aquello habría sido un verdadero disparate-, sino de medio giro exacto, ni más ni menos que ciento ochenta grados.
La causa de su mal: haber empezado a dormir boca abajo, en lugar de hacerlo boca arriba.
Los síntomas: picores en el dorso de las muñecas y en los peluches con los que compartía cama, almohada y pesadillas; calambres en los dedos de los pies y temblor incontrolado en las pestañas; ríos de sudor, desiertos de hambre y ganas de coger bolígrafo y papel a cualquier hora de la noche.
Aquello era sin duda lo más grave: su mano descontrolada por completo, trazando íes, puntos, comas, puntos y comas, paréntesis, interrogantes, bes y uves, equis o zetas... ¿puntos suspensivos?
Las consecuencias, o mejor dicho, la minúscula consecuencia, era que sufría insoñación.
La insoñación no tiene nada que ver la ensoñación, sino más bien con un trastorno ocasionado por la excesiva exposición a cantidades ingentes de sueño, altamente dañinas para la salud.
La solución: ninguna. Desgraciadamente, no se han inventado hasta el momento las "pastillas para no soñar", pese a la canción de Sabina. Tampoco existen tratamientos con cirugía, o implantes de pequeñas dosis de realidad por vía ultravenosa. El panorama, como se puede ver a simple vista, resultaba desolador.
Bueno, miento; puede parecer escalofriante para todos los seres vivos de la tierra, menos para ella.
Porque ella, desde que no dejaba de soñar ni un solo instante del día y de la noche, era una persona feliz, tan feliz como solo pueden ser los que se enamoran hasta el tuétano de su media naranja y se convierten en una fruta reunida. Yo no sé lo que es eso, pero puedo asegurarles que así se sentía Juana, envuelta en una nube de ingravidez y suspiros, los ojos asimétricos y chisporroteantes, las manos llenas de dedos y uñas, para palpar, rasgar, moldear. Sus sueños eran la octava maravilla, sueños de esos que parecen fabricados por un artesano en un taller, porque están hechos al detalle, con minucioso cuidado y deliciosa ingenuidad.
Los sueños de Juana eran siempre nuevos, de múltiples colores, olores y texturas, hasta el día antes de que sucediese la catástrofe. Hasta ella había notado cierta crispación en los despertares, y un patrón de coincidencias que se repetía interminablemente, como si de una advertencia se tratara. "¿Qué querían decir aquellos túneles? ¿Hacia dónde iban? ¿Por qué brillaban tanto?"
Tenía miedo, pero no pensaba dejarse vencer por un sueño absurdo a sus ochenta y pocos años. Tomó la resolución de llevar el sueño hasta el final, y así lo hizo. Aquella misma noche se sentó tranquilamente en su silla mecedora hasta encontrar la posición adecuada, dejó el libro que estaba leyendo apoyado en su regazo y encima de él las gafas de lectura, tras haber limpiado los cristales con el borde de la bata.
Carraspeó nada más cerrar los ojos, y segundos más tarde, dormía profundamente. Soñó que corría hacia el túnel de luz; soñó que no volvía a soñar nunca más, porque aquel era el último de sus delirantes sueños. -Pero los sueños también nos engañan, no lo olviden-.
Juana no soñó con la muerte, porque no podía morir mientras siguiera soñando.
Simplemente renunció a todas sus arrugas vitales y siguió caminando por los parajes infinitos de la imaginación.
martes, 1 de mayo de 2012
Museo de ingenuidades
A la inocencia, siempre
Al amor, nunca
A M., ahora
Como una fugitiva que abandonase
el
lecho a la hora temprana
en que
su esquivo amante duerme
bajo una nube
de sábanas
Así no he huido yo
-al alba-
cuando la mejilla derecha
ha empezado a notar
desconocido el
olor de
la almohada
El calor ajeno bajo
el edredón
de un cuerpo no muy diferente al
mío
y sin embargo
tan distinto
-anoche-
La mejilla no ha tardado en
contagiarme
su extrañeza
Y ya mis ojos deberían haber
averiguado
el paradero de mis gafas
Pero no.
Y de repente:
una voz un
sonido ininteligible
un murmullo apagado
Y más tarde:
un ronquido animal como de tigre
conteniendo la carcajada.
¿Quién ha
metido una fiera en mi casa?
Aunque…
-Espera-
si esta no es mi almohada
ni ese mi despertador
ni llevo puesto el pijama
¿Habré sido
raptada?
Me paro a pensar
y no recuerdo
lo que
estaba pensando
-anoche-
en sueños
Como si esta
cama me hubiera robado
un pedazo un fragmento de
inexistencia
Mi secuestrador parece
un guerrero
preparado para entrar en batalla
de un momento a otro
Y da patadas,
como un niño en el vientre
del vientre…
de su poseedor
No encuentro el broche de las botas
Ni los
cordones del sujetador
Sólo un ataúd negro
que me mira de arriba
abajo
Como intentando desnudarme
y
me decido a no
mirar
Dentro
Por si me caigo
-en
el fondo- todo ha sido fácil:
recoger mis cosas y salir
de pun ti llas
Como si hubiéramos hecho
algo malo
-anoche-
Mientras Tú
las acariciabas y Yo los acariciaba:
Cuerdas tensas /
rizos elásticos
Notas roncas
escapando de los Dos
-Es
el paraíso-
me dijiste
-O el infierno visto
desde abajo-
Pensé mientras
el corazón se
debatía
Entre estallar o
contraerse
hasta volverse un objeto
más
o parte de las vitrinas
invisibles
que forman tu
museo de ingenuidades
para locos.
Hemos luchado
y has ganado
Te mereces algo más
que un beso
Y me gusta
verte de vuelta
Jinete negro
entre la polvareda
Héroe mestizo Dios malherido
Que acude a
mis manos
y si pudiera
-anoche-
Te habría clavado las uñas
hasta gozar tu
pena
Vibrar en tus pesares ocultos
Y nada más que
eso
Sí
Por fin desaparezco de tu
cabeza
Y salgo al mundo de lunes
a las ocho y media
Pero los edificios no eran así
ayer
Y las personas no tenían
Esa ridícula línea curva
en los labios
Cierro la puerta de golpe
y me voy
No taconeando…
Ni lloviendo…
Ni sintiendo…
Simplemente me marcho y tú duermes
Hablas en
sueños
Me llamas
entre llamas
de un incendio ficticio
que he metido
en un cofre
–ése-
Para que cuando despiertes
si es que
sigues vivo
Te duela la garganta y una lágrima
caiga de tus ojos defectivos
al pensar en la cebolla
que
desayunamos
-anoche-
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