domingo, 9 de diciembre de 2012

Imaginario II


Siete colores, catorce, veintidós.
Las montañas se mudan de vestido, tratan de no repetirse: son cambiantes, imprevisibles, grandiosas.
Tres mujeres como tres montañas se miran en ellas, entre ellas. Parecen gigantes.
Son parecidas porque están compartiendo un pedazo invisible de la Pachamama. Inexplicablemente, se entienden bien: berlinesa, parisina y española. Inexplicablemente.
Cada una de ellas cree que conoce una ciudad diferente, a la que pertenece por el simple hecho de haber nacido allí. Allí nacieron desnudas, conocieron el amor o el deseo, fueron más o menos felices, y al cabo del tiempo, al mirarse en el espejo se dieron cuenta de que todo lo que creían tener no les pertenecía en absoluto.
Seguían desnudas, y huyeron.
Escalaron montañas mientras sentían que alguien las iba escalando por dentro. Su cuerpo de repente vacío de vísceras, de humo, de hijos; su cuerpo ebrio de vida y naturaleza o pájaros. Tres mujeres desnudas subieron tres montañas vestidas. De luto jamás, siempre tonalidades encendidas, llameantes.
Un nombre: Purmamarca. Y muchos destinos posibles.
Nadie las espera en ningún lugar, alguien las espera en todas partes. Una, la más pequeña, ha dejado de tener miedo, simplemente sube hacia arriba y mira el barranco con otros ojos, ojos abismo azul oscuro.
Venía del amor y de la guerra, de la tortura misma, de un campo de desconcentración.
Su color era o había sido el rojo. Sangre efervescente navegando sus venas, sus poemas. Había amado, había desamado y vuelto a amar. Ahora no sabía hacer ni una cosa ni la otra, era una mujer sola que huía de su soledad para encontrarse con nuevas y distintas soledades.
Fotografió los arcoiris con el pensamiento y tarareó melodías argentinas. Una zamba, el recuerdo de una voz  grave cantando payadas que enamoraban su corazón chiquito. La hoz del tiempo maltrataba su mente, la condenaba a a seguir y seguir soñando. Los sueños eran de tinta, tinta corrida sobre el papel.
Descendieron la montaña y cada una siguió su senda, su sendero que se bifurca. No volvieron a a coincidir a pesar de sus promesas iniciales, las tres mujeres.
Tampoco regresaron a sus países, ni hicieron el amor, ni dejaron de amar aquellas montañas que eran suyas, nuestras, mías.

(Pensado en Purmamarca, Jujuy)

sábado, 8 de diciembre de 2012

Imaginario de imágenes reinventadas

Escritas  durante  un viaje al norte de la Argentina, 
noviembre- diciembre de 2012

I

Una mujer-casi-niña, tostada, de ojos inmensos y bamboleantes caderas sube las escaleras del bondi, me mira, se aparta el sombrero de ala ancha del pelo, toma asiento a mi lado, me mira de nuevo.
En sus brazos se retuerce una chiquita de mofletes llenos, de un tono dulce de leche. Sus graciosas coletas a ambos lados de la cabeza se agitan con el traquetreo; sus diminutos pies no dejan de darme pataditas en el muslo derecho, ensuciándome el pantalón.
Y qué. Qué pasaría si esas niñas fueran yo en este momento: de camino a Humahuaca para tomar otro colectivo hacia Salta, y de ahí un avión a Buenos Ayres, y luego otro colectivo a Mercedes, San Luis, y más tarde... más tarde quizá otro, y otro, y muy posiblemente uno más.
Qué pasaría:
Si mi vida es algo, tal vez sea una sucesión de un ir y venir interminable, "hacia no hay dónde", diría Pizarnik,  sin patria que abandonar, sin patria a la que volver. Por qué ellas nacieron en una casa entre las montañas, a más dosmilmetros de altura, color dulce de leche o manteca. Por qué su herencia, por qué las horas de espera bajo el sol con un sombrero. Por qué vos y no tú o usted.
De ala ancha, el sombrero, además.
La piel impoluta y brillante bajo el sol. La niña mamando la leche de su madre, mujer-niña que hace no mucho también hizo ese mismo viaje y fue a la escuela en Iruya, donde un día volveré para nacer o morir, quién sabe. 
Y qué pasaría si de tanto sostener la mirada de esa niña, mis dientes se vuelven falsos y me encuentro absorbiendo la vida a través de un pezón.
Imaginad siquiera que el mundo empezase en un pezón: pequeño y glorioso, sabroso. 
                                                                                                                                  Suave.
                                                                                               (Entre Iruya y Humahuaca, no sé dónde)






viernes, 7 de diciembre de 2012

La era Después del Fuerte




En el fondo eran cuatro niñitos abrazándose, diciéndose adiós con los ojos y con las voces y con las entrañas.

Tenían que abandonar el que había sido su rincón de juegos, y no era fácil desprenderse de los granos de arena que habían compartido durante tantas, tantísimas horas: los llevaban grabados en las palmas de las manos, adheridos casi, y entre los dedos de los pies. Era de ese tipo de recuerdos que jamás te sacas de las uñas, que permanece orgulloso de haberse hecho un hueco en tu interior. 
Como la saliva asoma a la boca del hambriento, la emoción se les escapaba a bocanadas, llenando el escaso aire comprendido entre cuatro paredes. 

Su casita de juegos está algo desmoronada. Tuvo un tiempo de esplendor porque ellos la hicieron hermosa y envidiable a los ojos de los demás niños. Allí era donde su amado fuerte se elevaba, hasta rozar las nubes -imaginarias siempre, sobre un lecho blando para saltar y hacer peleas, jugar al truco o a culo, ver películas y leer cuentos en voz alta, tocar instrumentos de cuerda o de viento, comer cualquier tontería para dormir después como bebés gordos y satisfechos.

Sus juegos no siempre eran tan inocentes. Pasadas las doce de la noche, los niños se emparejaban y emprendían investigaciones independientes. Todo estaba permitido, nada podía darles vergüenza  Sus gritos de placer resonaban en las paredes de su diminuto refugio, que se tambaleaba pero nunca llegaba a caerse. Tenía unos pilares muy fuertes, como el vínculo que les unía a los cuatro niños.
El más mayor bien podría haber sido el jefe. Tenía carácter y se hacía respetar, pero su apariencia seria duraba muy poco, tan poco como tarda un helado en derretirse. Sus ojos de color indefinible también se derretían cuando estaba contento y comía helado o ganaba una partida de cartas. Su aire felino intimidaba un poco al principio, pero sus amigos sabían que era un gatito bueno con las uñas un poco largas y los dientes afilados.
Trepaba con agilidad vertiginosa. No tenía miedo de nada, excepto de que un día su sueño de volar se cumpliese y no quisiera volver a la realidad jamás. 
Llevaba alma de fuerte en la sangre antes que ninguno. 

El segundo chico no era menos curioso. Su capacidad para comer hasta que la comida desapareciese del plato les maravillaba, y jugaban a ver quién le conseguía llenar. Creo que su fracaso fue rotundo. Los demás no entendían cómo podía caber tanta cosa en un cuerpo tan chiquito, y sus visitas al baño tenían fama de ser grandiosas, por su penetrante olor. 
Cantaba muy bien y muy alto canciones de rock, y a todos les entraba un nosequé de nostalgia y alegría al escucharle cada noche. Era gracioso y vivía poseído por un ser extraño llamado Gladis, al que intentaba aniquilar cortándose el pelo cada poco tiempo. 
Las dos chicas eran completamente diferentes, y al mismo tiempo, complementarias. Lo que una tenía de caótica, lo tenía la segunda de ordenada; y las melancolías de la más soñadora contrastaban con el espíritu alegre e incansable de la mayor de las dos. Se cuidaban entre ellas porque habían llegado hasta allí persiguiendo el mismo sueño. Ahora que lo tenían entre manos les gustaba compartirlo, mimarlo, moldearlo, comérselo en pequeñas dosis o grandes mordiscos. 
Las dos eran fuertes y valientes, niñas-mujeres que cuidaban de los chicos y los malcriaban cada tanto. 

Los cuatro amigos se sentaban en su fortaleza altísima y miraban desde arriba la ciudad de los mayores. Daba un poco de miedo observarlo todo desde ahí, pero no por ello resultaba menos excitante. Volaban por encima del resto y lo sabían, y cantaban la melodía de su canción favorita fundidos en un abrazo fraterno y único, cálido como solo pueden serlo los atardeceres desde su fuerte. 
Tralará... I´II be there for youu!! gritaron. Y así fue.

Allí permanecerán siempre. Allí siguen, no se han marchado nunca. No pueden. Su destino es volver y volver a jugar juntos, pase lo que pase, aunque vivan en lados opuestos del mundo.
La amistad no sabe de distancias ni habla idiomas diferentes.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mi vida en cuadras

A Pedro Aznar, por su voz en vos  


Veinticuatro ciento cuarenta y seis
pasan de largo
los labios veloces sobre
el asfalto mojado de la avenida
San Martín
Caricias goteando en la nuca que me encrespan
toda y el cristal del bondi se deja llevar
ronroneando apenas
Ahora entiendo todo menos
los ojos lloviendo
Claro claro el cielo por encima si
nuestros pechos
Por dentro transcurre la tormenta
los relámpagos de punta a punta conmueven
De la Historia no saldremos vivos
Pero lo importante
Está
y la cumbia en el cientodiez casi vacío
Qué gracia el pibe del flequillo
Y hemos coincidido tantas veces en la cama
que negarte otra ronda sería tan tonto
como Apolinario Figueroa y sus
jacarandás
de repente Corrientes
morados y rosas y azules altísimos
Gritos en boca de nadie
ya fue
Existen en serio
cotos y días y noches
abiertos a todas horas por si apetece
un empacho
Mientras permanezca Bianca seremos
tan felices como un niñito saltando los charcos
A oscuras
voy a recorrer tus calles cuando no me esperes
bajaré del colectivo con
este paraguas flaco y enfermo pero
azul
y alegre como un búho de ojos brillantes
que me recuerda a vos con su sigilo
Outlet Hilados para crear Arte Natural
Fábrica de pizzas
Rojo amarillo rojo
Ah qué lejos quedan de mi barrio
tanto como
Palermo y Paternal
Paysandú y Charcas
un octavo y un decimocuarto piso
Con ese beso que me has dado
el sol se ha vuelto
la gran petit-mort
Y Buenos Aires no sé cómo
 sigue en pie
como si nada
hubiera sucedido


martes, 6 de noviembre de 2012

Hoy Paternal


A papá, por "Las mil y una noches" y otros cuentos  

Mis piernas flaquean y zozobra mi recuerdo
de tanto revivir las noches de "había una vez...."
Entonces una voz me llenaba
de cuentos de brujas, ogros, cuervos, guisantes,
leyendas para niños 
que fueron calando de a poco en mi mente oxidada
con alas etéreas de mundos posibles
mientras tú
sereno en una silla cercana
narrabas mi futuro con ojos de padre.
Nunca sabrás cuánta insistencia ponía en odiar los finales:
el momento en que la luz hacía plaf
y las pesadillas iban besando la almohada
con ojos amarillos de lobo.
Tal vez era ahí cuando reclamaba tu mano
firme y cálida y real 
y contaba tus dedos como quien cuenta ovejas
para conciliar el sueño.
A veces me dormía y otras veces 
me quedaba escuchando mi corazón
           latiendo 
y me daba miedo que fuera a estallar de improviso
o que al abrir los ojos no hubiera nadie en la silla
  sino una sombra gris
devoradora de niñas en pijama.

Quiero recordar y no puedo hacerlo:
me veo en la bici roja y tú corriendo
detrás
tú atento a mis eses y  oes y zetas.
Las tardes lentas de otoño y  de lluvia
pegada la cara al cristal de la academia de inglés
-aburrida-
y tú apareciendo de pronto
siempre tarde pero siempre chistoso
con el paraguas negro de mango interrogante.
Papá haciendo castañas en la chimenea
comiendo dulce o salado o 
con esa copita de vino tentadora y tenue.

Recordar es un lujo y 
cuando estoy triste lo hago sin barreras:
me viene a la cabeza el sonido de unas llaves
luego la puerta
y por fin la luz prendida
chasqueo de alpargatas subiendo la escalera
dieciséis peldaños
y por fin tú, otra vez, otra noche,
con tu broma en los ojos y la camiseta con manchas
tan querida.



viernes, 26 de octubre de 2012

Cuarto boceto: tan sólo esencia



A la niña salvaje que revoluciona la Charca


Tienen a veces los cuerpos tatuados un paisaje:
     son playa o desierto, selva o montaña
pero pocos, muy pocos, son marinos
-submarinos como este que ahora falta
            acá dentro-
Vas a volver como el agua salada
    y no tendré que inventarte
           niña resbaladiza
pez sin escamas  ojos-marea alta
     para conservarte entre burbujas,
porque no hay acuario que te abarque
   sin hacerte cosquillas en la nuca.
   Tengo sed   me ahogo   en el aire
y el mate me ha contado tu secreto:
   llevabas el amor y la muerte
                 tatuados
mucho antes de que la tinta rozase tus pies.

sábado, 20 de octubre de 2012

Desgarros y/o truenos


 A la Gema de hace tres meses,
que todavía tenía la habilidad de soñar 
Triste es tal vez el adjetivo que define
      mi boca solitaria desde lejos
He amanecido  -sí-
  no queda otra:
soportar la humedad porteña
  en los cristales grises
    recordar las pesadillas con miedo
a seguir atrapada en su espesura recién cortada
  despertar y que me falten dos manos
    una nariz mil pestañas veinte
dedos durmiendo en la cintura
   y una caricia breve

en la nuca

   la paz de unos ojos
            ah
  los míos en los tuyos
     y el frío afuera:
   húmedo y triste y solitario
                                             y
(ya me estoy repitiendo
 como siempre)

Qué tonto es pensarte allá en tu cama
    preguntarme qué has soñado y cómo
              en qué desorden
       si has sido feliz   si lo recuerdas acaso
           si llamea la llama y tu Alma
                 vuela y te devuelve
las ganas de quedarte
 o las ganas de volver aquí y arrancarme
               una pesadilla del pecho
que no deja de sonreír desde mis uñas
          y me acusa con rojo
                                  sin compasión
                    
 perversa

me voy a saber cuando estés maullando
      en mi vientre
    garras contra garras
y todas las libélulas acudan
   a verme rehacer el amor con mucho cuidado
        como el beso de dos niños
que huyeran de la infancia 
      con temblores


miércoles, 17 de octubre de 2012

La carrera mientras tanto


A Mauro
Cordillera de nubes galopando
        en el cielo aquel monstruoso
de belleza terrible y obscena
    que agranda mis ojos de lleno
y los desborda         los mece
        los escupe de vuelta
Y ya fue   ya fue   ya
   no tengo palabras poéticas
de ahí estos versos taciturnos
     sin demasiado orden
verso-latido
   pum pum
corazón      templado
        emociones intensas
Montevideo nervioso
ahora
     y luego
      a la muerte del sol
ciudad que no duerme
      fantasma sin sábana
abrazando hasta nunca
          mis manos hambrientas

lunes, 8 de octubre de 2012

Cuadro abstracto uno


Me quemas
y solo son cenizas lo que queda
         lo que quiero
           y
lo que quieto se remueve
   entre el mareo y la fiebre
 Piel enferma
Se fue el invierno
     el otoño se fue
tal vez
  debería amanecer vestida
   de colores relucientes
     pero me duelen
Te juro que cuando
   las letras duelen acá
me siento
      deshecha
y jirones son mis pies
    mente-que-vuela
          necesita existir con más
 fuerza más fuego
                más
    fundamento  pero
 si me quemas
                   olvido
   nada podrá salvarme
y tendrás que enterrar
 mis tontas
        estúpidas
 pero insistentes desganas de
           bibir

 

sábado, 29 de septiembre de 2012

El amor o la destrucción

"La pasión es una ruina."
(J.Sabina)
Lagos de agua salada desbordándose
y peces naranjas lamiendo pestañas mejillas 
cuello
y de ahí al vientre socavando
la arena entre los pechos
la vena
ahí están arrugados de puro desconsuelo
una textura sospechosa
como dedos dentro del mar
Hundimiento
A pique los ojos de los brazos
la inverosimilitud de esta escena que ya no es
de amor sino de rabia
rabiosa despedida sin otro fin que el 
Fin
En mi boca la bombilla del mate
no sabe a tus labios de anoche
No me perfora el hambre 
sí la sed
del beso aquel que ha bajado en el ascensor
como una vecina silenciosa
escapando de la escena del crimen
Las sábanas han guardado tu olor no
lo soporto y tu peste exquisita
me derrumba
Voy a dejarme ir venir regresar
el vuelo será corto ahora que las alas...
Pesan los segundos en el cuerpo
abren una herida roja y brillante
como ese amor y tus camisas y el volcán
de los ojos verdeazules entre los autos
Suenan ambulancias en mi estómago
el enfermo es terminal 
la vida sin vida no es vida
No presenta signos de violencia pero
la pasión
ah
la pasión es una ruina



lunes, 24 de septiembre de 2012

Estaciones que vuelven o segunda primavera


Me florecen las lágrimas
como pétalos que despertasen del olvido
y hay algo en mis estambres que cruje:
zumbido o ronroneo animal cavando en
esa hondura que soy cuando amanezco
Y estoy tan abierta tan abierta tan abismal-
mente abierta que el rocío resbala hacia el centro
horadando los restos de noche
que caen desde las ramas más altas
a mis pechos de invierno
Y humedad es todo cuanto intuyo es todo
lo que tienes entre los ojos
amarillos y azules y verdes
de invertebrado que se vierte
en vertical desmesura
No dejes de hacer eso que haces
de oler mi olor y olvidarte luego
como si mi voz te quebrase los dedos
y ni siquiera pudieras nombrarme:
Violeta de los Alpes blanquísima
-semilla eterna
anhelando polinizarse-.

El deseo o la realidad

      Voy a mamar poesía de tus pechos
como quien bebe mate a media tarde
                       para alargar las horas
o se masturba a solas en el baño
  o en una habitación con la puerta cerrada
    o abierta
 espiando su sombra en el espejo
    un ruido sospechoso al otro lado
   perdida la mirada entre las nubes
           entre los cielos
y más
  allá del cielo hay otro cielo
       que obsesiona
   el cielo azul/ rojo/ azulrojo/ rojoazul/
                                         que trae
                        nuevos aires.

martes, 11 de septiembre de 2012

Esta otra utopía

Cómo voy a creer/ dijo el fulano
que la utopía no existe
si vos/ mengana dulce
osada/ eterna
si vos/ sos mi utopía.
(Mario Benedetti)
U-to-pí-a
Vocal cerrada/ sílaba seria/ estridente/ vocal abierta.
Tus labios se curvan en la u
besan en el aire y el beso se proyecta,
se multiplica y me roza muy breve.
En la o te pones serio y en la i sonríes,
todo mi cuerpo se inclina y aguarda
impaciente la anhelada a,
provocadora, sensual, utópica en la forma,
perfecta en su abertura, precipicio inútil 
del gemido aquel de chocolate helado.
Luego el orgasmo y por fin tus labios ahí
de par en par, dispuestos a recibirme como siempre,
como cada noche, en el sueño o la vigilia.
La palabra u-to-pí-a se desliza y va penetrando
mi corazón, mi búho ululante, mis ojos claros.

No me llames utopía, amor, no me lo digas,
o dejaré de existir: seré solo en tu mente
solo en tus brazos, en tus dedos, en tu guitarra,
mengana dulce tendida en tu cama
sin vos como testigo de este infierno frío,
primavera azul/ atardecer infinito/
ganas de volverme eterna en mis palabras,
en este violín viejo de tres cuerdas
que me mira fiero, con voz grave,
como si a través de él me imaginaras.
Soy y seré utopía mientras vivas
y a tu muerte, mi piel se hará carne mortal
como cualquier mujer sola y desnuda
que añorara el olor que te llevaste.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Mentiras hilvanadas o algo parecido


“Se abrió un claro entre las nubes
hemos vuelto a ver el sol
como dos presos comunes
del tejao de una prisión”.
(Extremoduro)
Y a qué la nostalgia
                  a qué
     si no la sientes sino artificialmente
en el lapso de tiempo que transcurre desde que
          preparas un mate y absorbes su amar-
go sabor      que sabe a todo eso
      intuido desde el otro lado
Caes longitudinalmente al cielo
          y el horizonte no llora tu muerte
    ni la de tus poemas anteriores
ni la de tus versos maltratados
Qué absurdo sería
        qué estulticia desorbitante
producto de la mente de un *tarúpido
    tener fe
  He leído escritores que creían que
escribir era su oficio y el de su alma
         y su penitencia
He desleído sus frases acumuladas
en libretas en borradores
    en paredes
   como gritos de rebeldía o resistencia
o no sé qué protesta silenciosa sin sentido
     Pero ahora
Ahora, digo, que conozco que su miseria
es la misma de todos,
     ahora,
cuando me veo reflejada en el cristal
    del colectivo 141
atravesando esta ciudad que es mía
las ganas de escribir se desmoronan
      de golpe
   Y pienso
en todo el tiempo empleado
     tratando de versificar algo
aunque fuera una tontería
      parecida a eso que llaman felicidad
sin conseguir ser feliz
           mientras tanto.

*tarúpido=tarado y estúpido

jueves, 23 de agosto de 2012

Tempestad e ímpetu

Hoguera única allá en el fondo
del pasillo y de tus ojos o los míos
los nuestros: dilatados parecidos
sordos al espejismo del mundo
la prohibición de estar tan cerca
tan próximos los prójimos
sus miembros sometidos al balanceo
constante como las mareas
como los flujos sanguíneos
el vuelo de los teros
el río Quinto y sus torrentes invisibles
caballos y llamas y mujeres bailando
danzas frenéticas que arrasan
bosques campos atardecer llanura
sin barreras fuego crepitante Pampa.
Me muerdes me muerdo no hay grito
capaz de silenciar la noche.
Mientras tanto acá en Mercedes
las tortugas caminan veloces
sin mirar atrás
sin envidiar a las nubes.

Alma radiante

Sistemas solares en tus ojos
girando incansablemente
hacen de esta ciudad chica
un lugar ameno, un lugar cálido,
para quedarse.

Aquí cerca del suelo permanezco
dormida entre sabios animales
que huelen y lamen el olor suave
ese olor salvaje, alegre, olor a vida,
que perfuma mis piernas y tus manos
cuando arrancan sollozos del violín
-Casandra sabe muy bien de lo que hablo-.

Y si no que le pregunten a ella, Alma,
niña y madre, hermosa Almita de ojos como balas,
balas negras a punto de salir disparadas
y atravesarte.
         -Cruel ternura-.
Te busca, te encuentra, mira celosa tus alas
y se pone triste cuando emprendes el vuelo,
porque a veces lo haces, sin darte cuenta.

El sol deslumbra en este planeta llamado Mercedes,
constelación de san Luis, estrella vieja,
antigua como el hombre que vino a nacer
en tus entrañas, corazón de la Argentina
y ahora, para siempre, mi tierra.

jueves, 9 de agosto de 2012

La insoportable brevedad del ser


Duermes con alguien aunque ese alguien
no duerma contigo.
Tiemblas y tus truenos internos son terribles
como la luna llena en el horizonte
a punto de suicidarse.
Te estremeces de dentro a fuera.
Las caricias lentas retrasan el momento
del diminuto estallido.
Los brazos que te rodean son tuyos
como ese poema que llevas escrito
en el centro de la frente
burlona
Arrugas el ceño pensativo y parece
que anidases en otro lugar en otra tierra
con unos ojos no tan distintos
de soles recostados en lechugas suaves
Tu abrigo es grande y negro
Mi ropa sumamente ligera
Mientes y miento
Todo nos enloquece
Buenos Aires gime a solas
Tu Alma ladra con tal fuerza
que tus sueños pasarán a ser los míos
en breve
y cuando extiendas tus alas
nada habrá que pueda retenerte a mi lado.
Estaré mucho tiempo desnuda y
mi cuerpo perderá su consistencia
para terminar desintegrándose en el viento.
Entonces no habrá azul que no conozca
Lince que no defienda
Porque esa mano blanda
acurrucada en mi nuca
unirá países continentes lenguas



Pleamor


Una boca sumergida y ronca rebrota
      como un milagro desde el fondo
del pantano de tus ojos     indecentes
quemantes o lascivos     en la noche ruidosa
              de Blandos Aires
Permanecen los restos del naufragio
         entre nosotros
y algo me impide   distinguir
qué es frazada    qué almohada
              qué dedos
Qué es todo esto
derrumbándose sobre mi cuerpo
    de madrugada
Tu pecho guarda un rugido oceánico
       las olas nos arrastran sin remedio
Te hundes         te ahogas
           nos mueres
hacia abajo
    hacia abajo
            hacia
dentro
y lejos de esta orilla
Río de la Plata    río tembloroso
           Caos nuevo
Vuelve tarde   de noche   a oscuras
Sal de aquí  vete   márchate    huye
pero regresa a mi 
     desorden
Y déjame que te cuente que
             -esto-
 no es un poema sino
                         el pleamor
la paz    tan   anhelada
 la agitación          el oleaje

      de mis sentimientos

jueves, 26 de julio de 2012

Tercer boceto: forma y tonalidades


Intuyo tu pelo dormido sobre la almohada
cayendo en picado hacia labios
-sonrisa perenne-
calor y color en suaves pinceladas
No sé si sos vos o es la estrella que protege
todos los crímenes que tu cabeza trama
Pero mi mano tiembla si tu mano enmudece
y estamos acá juntas en el fin de mundo
tocando este cielo que huele a frío y a mar y a vida
Que lo miro al alba y balbucean mis ojos
de puro lindo que es de puro terrible de puro extraño
Eres tan morada Eme
Moradas tus calzas, tu pollera
morada en el alma
Que si desapareces me arrojaré por ese hueco de la escalera
-lugar propicio para morir o matar, quién sabe…
Duermes como si no hubiera un mañana y duermen
mis dedos sobre estas letras sucias
que te leeré más tarde cuando despiertes
-si es que despiertas, pequeña indestructible-
Al otro de la cortina rota nos espera
un abismo rugiente de libertad y sueños infinitos
hechos de pasta dura hechos de luz vivísima

Dormí un poquito nomás

jueves, 19 de julio de 2012

Nomeolvides

A Inés, porque una vez no es suficiente.

-¿Tenemos que despedirnos aquí? -dijiste, deteniéndote de pronto junto a un puesto de fundas de móvil, cerrado a esas horas, frente a los tornos del metro de Sol, donde todos los caminos se separan.
-Mucho me temo que sí. -respondí, cogiéndote de la mano. -Pero no pienses en eso: lo importante no es el lugar donde te despides, ni siquiera los desconocidos que estén mirando; sino que las personas que se despiden somos tú y yo, aquí y ahora...

Despedirse es una mierda. No hay palabra más acertada para describir ese momento de separación en el que el corazón se te rompe un poco. Crash. Plum. Trom.
De nada sirve mentalizarse, preparar con antelación las palabras que vas a decir cuando se produzca el último cruce de miradas. Nadie está hecho para soportar esa tensión, la de dejar ir a la persona querida, sobre todo cuando intuyes que pueda ser la última vez que la abrazas, la besas, y ves sus lágrimas caer.
Y para colmo todos decimos lo mismo, todos balbuceamos las mismas bobadas, burdas palabras de consuelo que no consiguen consolar: "ya verás como los meses pasan volando", "sabes que puedes seguir sin mí", "voy a escribirte todos los días" (en mi caso puede llegar a ser cierto), "cuando vuelvas todo va a ser, igual, no habrá cambiado nada, y seremos las mismas de siempre". 
Mentira. La persona que vuelve nunca es la misma persona que se va. Jamás. Ni por asomo. La vida nos vapulea, nos transforma continuamente; no sólo cambia nuestro corte de pelo o el color de nuestras gafas, sino la forma de mirar, de ver.
En las despedidas es inútil tratar de refrenar los tequieros. En esos instantes es cuando afloran más; se reproducen como por arte de magia, echan a rodar sin pudor alguno, y nos delatan. Y no solo eso, sino que además compiten a ver cuál puede más: "te quiero mucho", "y yo más", "no, yo más". Así hasta la extenuación, ya me entendéis.
En las despedidas también se puede comprobar cuál de los dos es el eslabón débil, aquel que tiende a descargar su peso en el hombro del otro, más fuerte y estable, capaz de quebrar el abrazo y sonreír fingidamente. Por mi parte, me incluyo en el primer grupo: soy una llorona irremediable. 
En las despedidas, ya se sabe, las sonrisas nunca son de verdad. Los labios se tuercen como intentando semejar una curva, se tropiezan a mitad, sin llegar a mostrar los dientes, y la sonrisa que muestran es tan triste que entristece, tan hermosa que estremece, tan frágil que dan ganas de gritar.
Hoy la tuya se me ha quedado grabada en la retina, Inesita.
Despedirme de ti ha sido un infierno.
Te quiero.
(...)
Y sí, más.

lunes, 16 de julio de 2012

Paisaje de verano con fondo de niños


Miradlos
Surgen en cada esquina al caer la tarde
No tendrán más de quince y ya se besan
en un trozo de hierba solitario
Juegan a poner morritos sensuales
Se rozan con torpeza y su lengua
apenas asoma entre los labios inexpertos
tan pueriles y lánguidos en ese abrazo
que jamás llega a estrecharse por vergüenza
Juegan a eso que ven en la tele
en un pacto mudo por acelerar el ritmo
y ser el primero en besar a la amiga de clase 
sin atreverse a posar su mano sobre los
pechos pequeños que lo reclaman a voces
Sus dedos reposarán en la mejilla
en una caricia lenta que preludia
la torpeza con que amarán a una mujer
dentro de mucho tiempo
despojada de todo y mojada con la saliva
de su boca todavía adolescente
-Melocotón en almíbar
Cereza sangrante
Boca titubeante que suspira
imaginándose hasta dónde
puede llegar el placer
teniendo quince años
y el verano entero en el bolsillo

domingo, 15 de julio de 2012

Síndrome de ausencia

La noche está quieta como si los árboles
       se hubiesen detenido
Acaba de parar un taxi en el portal
Me escuecen los ojos de las manos
Me lloran las yemas de los pies
         Tengo náuseas
Hace frío como para taparse y no
Porque luego el sudor detrás de la nuca
         descendiendo la espalda
          y calor
   Tem
         blo
              res
Solo un mensaje
       Palabras como espaldas
Espadas como ovarios
A las cinco de la madrugada
Me duele el pecho como si una bala
perforase mis órganos inevitables
Algo sangra en esta cama
Algo acaba de estornudar
-Jesús-

                       y no soy yo

jueves, 12 de julio de 2012

Pequeñas grandes cosas que voy a echar de menos

También a ti voy a echarte de menos, violinista anónimo de los ojos azules, que toca cada mañana en el pasillo interminable de Nuevos Ministerios.
Y a ti, biblioteca de barrio llena de rostros concentrados, y a los niños ruidosos del polideportivo, que emergen de improviso de las duchas de agua ardiendo para conquistar las hamacas sin patas.
Parece mentira pero voy a sentir nostalgia de la acera de la calle santa Hortensia, cubierta de hojas crujientes en otoño, de pólenes en primavera, y de cacas de perro en todas las estaciones del año.
Sin miedo a equivocarme sé que voy a detenerme en todas las fruterías buscando melocotones y cerezas familiares, y que no serán iguales las secciones de chocolate de los supermercados.
No sé si voy a soportar ese despertarme por las mañanas y no bajar ruidosamente las escaleras de caracol para tirarle del pelo a mi hermana y darle golpecitos en las mejillas hasta escuchar sus toscos gruñidos.
Y lo que es más importante: quién me va a poner de mala leche las noches de verano si habrá otros borrachos debajo de mi ventana. Quién.
Dónde encontraré un rincón como el parque Berlín, con esa nube de críos, y perros, con la imagen de tantas tardes de partidas de cartas, y derrotas suavizadas por la hierba.
Sé que voy a añorar el cielo contaminado de esta ciudad multitudinaria donde la gente me transmite un no sé qué de paz y de energía o desasosiego. Esta ciudad permanente que no se detiene nunca.
Me duele separarme del módulo IV de la facultad de filosofía y letras, de las excursiones a los baños-prostíbulo con las marujas, y las mañanas de café con leche o tercio en la rampa de entrada, donde siempre habrá alguna cara conocida por reconocer.
Qué tormento no poder cambiar de lugar los libros y los dibujos y las cajas y las millones de cosas que salpican mi estantería hasta que el orden se restaura y el caos queda dentro.
Ya he empezado a extrañar mi pequeña caja de música de la bailarina coja, que alberga en su interior las pruebas de los delitos amorosos que he cometido. Y los nombres de los asesinados.
No tengo ni idea de cómo voy a dormir sin la almohada viscoelástica, que no es una pijada, sino el invento idóneo para los dolores de cuello y los males de espalda.
Me va a dar pena incluso abandonar mi maldita impresora, voraz con el papel y siempre necesitada de cartuchos.
Voy a repasar las paradas de la línea 4 del metro para que no se me olviden, y a idear nuevas estrategias para coger sitio en Avenida de América.
Las tardes tranquilas de domingo volando sobre las dos ruedas de mi bici roja serán parte del pasado, por no mencionar las noches de borrachera prudente en Malasaña, que siempre terminan en Cibeles, esperando con las lentillas pegadas a los ojos y los dedos cruzados el N2, como si de un ángel de la guarda se tratase.
Me va a costar empezar a convivir con otros atracadores y otros locos y otras cucarachas.
Voy a echar mucho de menos caminar descalza junto a los escritores bárbaros.

miércoles, 11 de julio de 2012

Prólogo a una vida infinita

Dos sonrisas diciéndose hasta luego en la esquina
de un bar entre dos calles que podrían ser cualquiera.
Aquí es donde nuestros senderos se bifurcan, niño grande,
por fin, después de tanta despedida inacabada
después del lío de brazos y piernas que hemos sido
en este tiempo tan propicio a las sábanas
y a los orgasmos literarios.
Hoy me mudo de piel para que la tristeza
no sea capaz de estrangular mis alegrías
tan tontas y tan comprensibles, después de todo.

Todo ha pasado rápido, como cuando tu coche
y las curvas y las manos y los frenos rotos
o las tardes de vamos al parque pero cuidado
con el banco aquel que se mueve con la pura
inercia silenciosa de los cuerpos.
No me aprietes tanto la cintura, no me sostengas,
puedo seguir adelante y tú lo sabes;
aunque no hayamos llegado al primer capítulo,
esta historia de prólogos me ha inyectado
tanto placer en vena que necesito embeberme.

De vida y más vida tratará nuestra obra maestra
y la tinta va siendo tan oscura y tan negra
que nada se olvidará conforme las páginas
vayan pasando hasta llegar a su fin.
Prometo que mis ojos no estarán tristes,
que mi voz será firme cuando lea en voz alta,
que mi lengua y mis alas conservarán su aliento,
su inocencia salvaje, su corazón indómito,
la belleza del rubor cuando me aman.
.
Argentina no va a secuestrarme para siempre
sino a teñir mis canas de colores,
y mis caras de sonrisas imperfectas.

Huele a mojado, pero el cielo no estalla
en lágrimas porque esto no es una despedida.

Hasta luego, compañero, espérame puntual
en esta misma página que he doblado en la esquina,
para que nos acordemos del momento
en que interrumpimos la lectura,
antes de que descargase la tormenta
sobre nuestras cabezas
unidas.

martes, 3 de julio de 2012

Un sueño más o menos



Durante mucho tiempo esperó un milagro,
que el sueño que Talita iba a contarle por
la mañana fuese también el que él había soñado.
Solo una vez, sin que ella le diera la menor
importancia, soñaron sueños análogos.
(J.Cortázar; Rayuela)
He soñado que corríamos desnudos por un bosque
que corríamos sobre y a través de él
aunque el bosque no existía
porque era una playa de hierba
de color azul intenso o verde o turquesa
y las ramas de los árboles eran blandas y blancas
como la espuma enredada en nuestras piernas
He soñado que éramos niños en la
selva de la infancia condenados
a sacarnos la lengua desde lo alto de un sauce
llorón que no era como el de pocahontas pero casi
porque hablaba y su voz envejecida
iba llenando mi boca de cuentos y leyendas
que sólo podía entender si extendía las manos
dejándolas caer sobre sus arrugas
                         imperecederas
llenas de feminidad y ojos grandes

He soñado que te leía en voz baja un libro antiguo
donde no eran los personajes los que salían
de las páginas sino tú y yo quienes nos
adentrábamos en ese mundo de caballerías
                hasta ser sólo ficticios
Y no eras don Quijote en tu disfraz
tampoco yo era Dulcinea
pero sí había Rocinantes y molinos
ventas con fantasmas hospitalarios
y muchas muchísimas estrellas en la Mancha
He soñado que soñábamos sueños paralelos
que nuestra lengua era una sola
lengua y que los dientes servían
para morder y desgarrar y sepultar en el olvido
las pesadillas los malambrunos
              las derrotas los miedos

domingo, 1 de julio de 2012

Lo fatal, lo fugaz: lo fortuito

Desde que llegaste
las noches se estiran sobre sí mismas
y me hacen muecas desde
el otro lado de la cama
Desde que has llegado
dormir no entra dentro de mis hábitos
nocturnales y ya solo puedo zambullir mis labios
entre las desiguales páginas de un libro
de poemas y doblar las esquinas
como quien dobla un verano
y doscientos inviernos
Desde que sé que ibas a llegar, julio, mes maldito,
mi ropa ha ido refugiándose en los armarios
y el ventilador me hace más compañía
que los despertadores y las agujas del reloj
de la pared siempre pausado
Desde que llegas, julio, hasta que te vas
transcurren segundos maravillosos
y tu calor va a caer sobre mí
-los termómetros lo han pronosticado-
sobre esta que soy yo
inevitablemente
van a precipitarse tus mediodías lentos al sol
los breves atardeceres de mosquito
y golondrinas en el cielo
las noches de historias al desnudo
los precipicios de caricias
blancas y llenas de pecas
pero sobre todo, ahora que has llegado,
añorado mes de julio,
quiero que me abraces y que congeles
el poco tiempo que falta para que te marches
y regreses por vigésima vez.


viernes, 29 de junio de 2012

La gema perfecta

A la auténtica Gema Palacios, mi madre
Dices que eres débil porque tus huesos
son de una fragilidad extrema,
y que tus manos se deshilachan
como botones a punto de quebrarse por dentro.
Y es cierto, ya no eres la chica de la melena,
y de los pantalones cortos y del bikini rosa.
Ya no eres esa porque eres esta de aquí:
la que me mira, se sonríe y adivina lo que pienso,
la que se enfada si hago las cosas mal
o si las dejo a medias o se me olvidan, pero
lo que no se me olvida es que hace veinte años
que lo sacrificaste todo por mí
para convertirte en una artista
que cultiva a sus hijas con el mismo amor
con el que toma un pincel entre los dedos,
y retrata el paisaje de sus días,
de sus noches, y de los aguaceros
que le quedan todavía por vivir.

Después de veinte años me separo de ti
y estaremos muy lejos, y te escribiré
largos poemas con perfume a nostalgia.
Y te juro que volveré siendo la misma,
pero más como tú: más valiente, más sabia
     más hermosa...

Aunque nunca vaya a tener unas piernas tan largas,
y unos huesos tan firmes como los tuyos, mamá.

jueves, 28 de junio de 2012

Deconstrucción del amante por piezas

I

Y tus nalgas irrumpen
y son una sorpresa,
como la luz que se cuela
a través de las persianas
y, sin más, nos despierta.

II

Y tu lengua es misterio
en su gruta perpetua,
criatura salvaje
serpiente luminosa
madrina de las fieras.

III

Y tus pezones pequeños
que lloriquean
parecen niños
al borde de la cuna 
si los rozan mis yemas.

IV

Y el corazón debajo
del vello
cuya belleza supera
 los sonidos audibles:
tambor que no cesa.

V

Y tus palabras aladas
emprenden el vuelo
y viajan
a través de los sueños
y parajes del alma.








martes, 26 de junio de 2012

Testamento inacabado

Y qué si se trata de mi propio infierno y qué si me disfrazo si me pierdo si me dejo mecer por otros brazos por otros hombres por otras sábanas manchadas
Ya nada y todo siempre nada en el mar pantanoso de mis ojos enloquecidos a punto de hundirse en el fondo oscurísimo de este túnel sin paredes ni luz ni suelo ni compañía
Me sobran dedos en las manos para contar los instantes de gloria y tendría que amputármelos todos si quisiera olvidar las horas de pañuelos de papel almohada húmeda y rojeces diversas en sitios específicos
Tanto libro y tanta libreta y tantos tantos bolis sin tinta encima de la mesa y entre los pliegues de mi cuerpo envenándome reescribiéndome resucitándome apenas
Para morir no hace falta morir de una enfermedad o de un atropello basta con fingir que te mantienes vivo mientras tus vísceras envejecen día tras día noche tras noche
En la tumba ya no me quedará voz para decir estas cosas o seguramente sí tenga voz pero no palabras porque las palabras caducan como los calendarios o los yogures o las tarjetas de la seguridad social
Con la que está cayendo con la de miles de personas que no tienen trabajo con la de malestar social que reina en todas partes cómo no desbordarse cómo no desmoronarse cómo no desesperarse ante lo insulsa que puede ser una vida sin gente que te apoye que te limpie los lagrimones y que te quiera cerca
Aunque al día siguiente cojas un avión y te marches lejos lejos donde nadie pueda rescatarte
Hoy ni siquiera tengo a Pizarnik y me lloran las uñas de los pies




sábado, 23 de junio de 2012

Mujeres diminutas

A Marina y Lucía,
ardillas saltarinas
sobre la hierba mojada.
Dos niñas son
risas multiplicadas besándose
sobre la hierba ante mis ojos abiertos.
Se tocan y se ríen y se hacen cosquillas
juegan a deslizar la mano por la espalda
gemela en una postura indescifrable
               y artística   -muy lenta-.
Se huelen el alcohol en la boca y en las
pupilas dilatadas con rastros de dinamita.
Se saben tan niñas tan rubias tan dulces
que lo de sus abrazos es fraterno y tímido
como si de dos hermanas se tratase.
Ya no sé quién le robó a quién la inocencia
la sabiduría el miedo a fracasar
el miedo a proclamar a voz en grito
su amor puro como el intestino verde
de una flor atravesada
por una cerilla.
Ruedan a mi lado otros cuerpos suenan
en mi oído otras voces
-otros, otras, muchas, muy distintas-
                pero ninguna así:
con esa sencillez tan exquisita
envuelta en un vaivén de anocheceres
ante mis ojos satisfechos
contemplando el milagro que sois
vosotras niñas doradas
                    niñas adultas
ebrias de ese cóctel prohibido
al que yo llamo libertad.