domingo, 31 de marzo de 2013

donde la incandescencia



La calidad de la luz emitida depende de la temperatura del cuerpo caliente. Un cuerpo ligeramente caliente emite luz roja-naranja, mientras que un cuerpo muy caliente emite luz muy blanca e incluso puede llegar al blanco azulado a temperaturas extremas.
(Wikipedia)

Soñé con ojos calientes que me acunaban
         y debajo de la almohada sólo había pañuelos de papel aplastados un montón de pañuelos acumulados con los que podría haberme vendado los ojos azules pero no
                             vuelve la sed la sed la sed torrencial de hace meses y vuelven ellos los ojos calientes a              
                                                       castigarme ya no con roja sino con blanca y azulada ternura
                                      -qué ironía- 
                     los tuve tan cerca que se me escaparon cuando estaba a punto de
   metérmelos en la boca y hacer un zumo
           de algo muy rico y muy frutal y caliente
como las llamas como los canelones o las saunas mixtas
                        
En invierno un poncho abrigado como unos ojos

       de ti recuerdo una noche de bailes en san Telmo y una conversación callada al volver a casa
 en el 152 casi vacío que se me hizo eterna porque 

sabía que iba a terminarse
pero lo que no sabía era
                                                                   que tus ojos seguirían tan calientes después del incendio

jueves, 28 de marzo de 2013

alas

Coger y morir no tienen adjetivos
(Pizarnik)
todavía no llegan las libélulas

abro los mugrientos las furiosas los volátiles y entra el invierno con el sol y sus acompañantes pero
 nada más que eso y                   sabe ácido e insuficiente como cuando te acostumbras
            a tomar medicamentos contra el dolor sin embargos
    de la mente no podemos huir aunque trepemos a los árboles y muy alto
qué bonitos los cerezos ahora que se acerca abril mes de los enamoramientos naranjas de cada tanto
   pero el placer es fácil tan fácil como abrirse y cerrarse hasta que las fuerzas ya no
y al final un revoltijo de sentimientos para vender de a céntimo en el rastro porque para otra cosa no sirves no sirven no sirve la libélula sobrevolando mi sueño si tampoco
                                                           retrocede el tedio y los amaneceres a las once el letargo del edredón y de las voces de la pared que no se callan nunca nunca nunca
               malditas voces blancas
                              cogen mi vida en mi vida cogen y muerdo la fresa hasta el fornicio y sumerjo los dedos
                    en el caldo pegajoso  
          donde el azúcar

                              qué dulce morir crucificada y no dar la vida por nadie

sábado, 23 de marzo de 2013

hambres

No quiero saber.
 No quiero más que un silencio para mí
 y las que fui, un silencio como
 la pequeña choza que encuentran
 en el bosque los niños perdidos.
 Y qué se yo qué ha de ser de mí
 si nada rima con nada. 
(A.Pizarnik)
no quiero saber pero
              sé que tus manos son tus manos aunque jueguen a ser las- de- otro caen sobre mi espalda en vertical poco a poco van cayendo como si  nadie les ordenase nada y
              al diablo la otredad Y un cuerno Y hasta dos cuernos de cabra montesa
"que sí, que ya sé lo del pálpito ya sé" era otro tiempo y yo era tan niña tan tan niña que 
fuimos impulso y verso en una sola cama
 no creo que lo recuerdes porque ni siquiera yo pienso a menudo en esa estrechez hasta que te me adentras por los iris
      Nomás sos violento
te temo cerca como a la tempestad innombrable como al pájaro de alas picudas como al padre con canas
   nos huyes desde que nos separó el océano y no me parece ni mal ni bien no me parece ni boca arriba ni boca abajo ni por la espalda o de frente ni con protección ni sin
              tampoco hay un leitmotiv valioso para seguir intentándolo pero y cuándo cuándo cuándo me dejarás morderte el papel emborronado de tinta y bañarlo como quien ha cogido mucho durante más tiempo                  
      del que
                me dejaste en herencia un pingüino y novecientos peces al cuello qué quieres

yo sigo alimentándolos todavía

   



miércoles, 20 de marzo de 2013

Anfibios

No es decisiva esta piel de jirafa mojada por la lluvia. Tampoco defensiva. No me la puedo quitar por más que estire. Siempre seguirá siendo morada, permeable a las derrotas y a las miradas de color perverso en medio del diluvio. A veces la fuerza de unos ojos está en la persistencia con que rasgan. Y ella no sólo me rasga, sino que me rasca, me retuerce entre sus tentáculos y se da a la fuga con gran estrépito.

Si no me saltasen tantas ranas por dentro tal vez podría ser sincera. Abrir la boca y decir sí o decir no o decir tal vez he dejado de creer en la poesía o en eso que yo llamaba verso y que sólo era una violación de la letra. Para qué seguir escribiendo que llueve en Madrid y en Buenos Aires y en Málaga, y en tantas tantas ciudades, si es algo que ya sabemos todos. Para qué fantasear con el desconocido de la clase de hispanoamericana si después nunca se llama J, sino X o Y o incluso Z.

El mundo está lleno de equis, i griegas y zetas. 
El mundo está lleno de
el mundo está
el mundo

(A esto Eguren lo llamaría elipsis del sintagma blablabla. (todo señala a que este curso voy a suspender gramática...)

Todo es coincidencia, todo fatalidad. Y la vida una costumbre con sabor a plátano.