sábado, 23 de junio de 2012

Mujeres diminutas

A Marina y Lucía,
ardillas saltarinas
sobre la hierba mojada.
Dos niñas son
risas multiplicadas besándose
sobre la hierba ante mis ojos abiertos.
Se tocan y se ríen y se hacen cosquillas
juegan a deslizar la mano por la espalda
gemela en una postura indescifrable
               y artística   -muy lenta-.
Se huelen el alcohol en la boca y en las
pupilas dilatadas con rastros de dinamita.
Se saben tan niñas tan rubias tan dulces
que lo de sus abrazos es fraterno y tímido
como si de dos hermanas se tratase.
Ya no sé quién le robó a quién la inocencia
la sabiduría el miedo a fracasar
el miedo a proclamar a voz en grito
su amor puro como el intestino verde
de una flor atravesada
por una cerilla.
Ruedan a mi lado otros cuerpos suenan
en mi oído otras voces
-otros, otras, muchas, muy distintas-
                pero ninguna así:
con esa sencillez tan exquisita
envuelta en un vaivén de anocheceres
ante mis ojos satisfechos
contemplando el milagro que sois
vosotras niñas doradas
                    niñas adultas
ebrias de ese cóctel prohibido
al que yo llamo libertad.




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, Ada. Estoy segura de que tu corazón ha comprendido este poema sobre mujeres. Creo que la lección más valiosa es que hay que saber mirar el amor con ojos recién nacidos y frente a frente.
      Un beso veraniego

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