miércoles, 9 de mayo de 2012

Léelo

Al Lope de Vega de los tiempos presentes

Escribías versos de peces de mares
azul marino transparente mirada
derretida en un labio que entonces
rabiaba por otro color y por otros placeres.
Me diste poco y con eso fue mucho
lo que desaprendí aquel verano de hace tanto
porque tanto calor congelaba mis noches
y a veces notaba una sierra punzante
clavada en la médula clavada en la tráquea.
No me enamoré porque no era propicio
o porque el vicio aquel me masturbaba
los ojos y no podía llorar de alegría
si nadie me había enseñado a coger
bien la cuerda y atármela al cuello muy fuerte
hasta rasgarme las yemas de los dedos.
Si no tú, ¿quién me habría protegido
del monstruo que tropezaba en mi alma?
Atrapada en los bises de tu amada tragedia
me desinflé como una pelota hinchable
el día de un partido decisivo mientras
ese dolor tan blanco fabricaba legañas.
Las fichas se cansaron y el juego quedó
en un empate y la tregua no fue de treinta años
sino de tres meses o cuatro o cinco
ya ni siquiera lo recuerdo...
No sé cómo explicar que todo fue un garabato
desordenando los poemas de mi vida
o una lluvia esdrújula de hipérboles 
siempre y nunca pegadas en las suelas
de mis botas marrones de todos los días.
Cuando yo me vaya cuando yo cruce el océano
cuando ya no puedas intuirme en los gestos
y en las palabras
Cuando esto suceda, tan solo léelo,
lee esta mierda de poema
repito léelo:
y que sepas que unos versos
pueden detener el tiempo a tu favor.

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