A Munir, mi motoeditor y artífice de mis locuras,
pero ante todo, un amigo como los que sólo
existen en las ficciones.
cuando te conocí
el mundo empezó a ser mentira.
tú no podías ser de este hemisferio
quiero decir:
de esta civilización
quiero decir:
de este huequito de la tierra.
vos sabés
y no sólo porque tu pelo tu poncho y tus ojos bárbaros
y tu manera copada de escribir
sino por todo lo demás.
tú me dijiste que leyera a borges
y lo leí
tú me dijiste que leyera a bolaño
y lo leí
tú me dijiste que me fuera a argentina
y me marché (obvio)
pero sólo después de haber comprendido
todas las lecturas anteriores.
allí me sucedieron cosas.
cosas que harían estremecer al protagonista de un libro
o a un soldado nazi o a un profesor de literatura.
creo recordar que soñé una vez
una sola vez
mientras nosotros caminábamos sin poder detenernos:
san telmo rivadavia primera junta
puán.
tu voz palpitaba en cada cuadra en cada
una de las veces que me hablaste de buenos
aires
en esa lista de lugares a los que debía ir
y se te olvidaron
o tal vez los creaste pero yo sé
que existen en otra ciudad.
no he ido a méxico pero he visto méxico en tus ojos blancos.
no conozco a ninguna M pero tú me hiciste morir tras ella
del otro lado de la alambrada.
por mucho que pase el tiempo
quiero que te quede clara una cosa:
si creo en la Literatura es gracias a ti.
*la autora de este poema se ha visto obligada a basarse en hechos reales ya que su amigo no se digna a leer los relatos que escribe, por lo tanto, ha jurado no volver a inventarse una sola palabra hasta que él no la lea. Y punto.
.
Qué mayúscula.
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