Derramada la luz sobre el vestido
sales de tu cuerpo y te revuelves
en torbellino inexplicable que pudiera
romper cadenas, quebrantar leyes.
Te yergues en postura tan soberbia
que enloquecido el libro en tu regazo
volaría a tus labios pajareramente
y de un zarpazo atraparía con violencia
la lengua que a los hombres aborrece.
Perfil augusto, estatua inaccesible
de iracunda mirada huracanada
que devora lujuriosa las portadas
y chupa con fruición los contenidos,
ya sabes que eres y serás hermosa
mientras el aleteo de tus párpados corrompa
la lluvia que resbala blandamente
sobre tus manos suaves, sosteniendo un libro.
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