La sed vital es fluctuante
como fluctuantes son nuestros deseos
envueltos en pañales gigantescos
que no pueden contener todo lo inmundo
que es nuestra carne y sus desechos
-fósiles imperturbables del futuro
bajo la tierra y bajo los animales-.
Ansiamos lo que no poseemos,
mas ¿qué es poseer sino abarcar la nada
con bocas y labios entreabiertos?
No es tan surrealista el paradigma
repetido sin cesar en nuestros sueños
no es tan disparatada la manada
de ciervos que atraviesan el poema
con ritmos bailando entre sus cuernos.
Los cuerpos machacados por los años
los cuerpos putrefactos, los residuales cuerpos...
dime, ¿dónde los olvidamos, dónde perdurarán
si somos tantos cadáveres maquillados
haciendo cola en la taquilla del metro?
Estupideces como ésta, acuden cada noche
a entorpecer mis versos,
y entonces sólo me quedan dos opciones:
o bien compartirlos conmigo o
bien apretar el gatillo y apretarme
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