Por eso tus ojos,
para quedarme. Para
seguir aquí. Para aguardar
aquí. ¿Aguardar qué? No importa.
Para aguardar.
(Chantal Maillard)
Reencontrar.
Con él
volver a encontrar lo inesperado:
la sonrisa inmanente
lo bello, lo impalpable, lo siempre firme,
el hambre del intelecto en la pasta dura
de las gafas y de los hombros nervudos
resistentes como varias generaciones
de poetas. Lo veo desde lejos como quien
se sorprende con los fuegos artificiales
y escuecen las pupilas de tanta claridad
comprida en un solo centro.
Así eres ahora, así fuiste en tus múltiples versiones
repetidas una y otra vez hasta el delirio
en veranos e inviernos congelados
en primaveras y otoños de mentira.
No fue una película sino un tráiler
de una película que promete muy pronto
una segunda parte llena de personajes
de intrigas y recuerdos escritos con pluma
con esa letra tuya que parece ficticia
con esos ojos abiertos que parecen
que son y que están espectantes
como queriendo decir:
"aquello nunca fue una despedida;
aún nos queda lo mejor".
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