jueves, 14 de febrero de 2013
Trío
Y la noche nos sorprendió haciendo lo que mejor se nos daba: yo con mi impaciencia habitual, vos con tu sigilo. La voz ronca, a ratos encrespada. Las pestañas con los pelos de punta, entre tanta tanta belleza. El blanco, el blanco, siempre el blanco: mensaje cifrado en cada pliegue. Dependiendo de la noche, tambores o tango de fondo. Yo, violín agudo en lo oscuro. Y las velas iluminando eso que está por aullar y que permanece, mientras tanto, en el aire.
Serenidad de juguete. Temblores entrelíneas y caos ácido. La postura, que no lo es todo, pero casi; y el cómo parar si se ha llegado a un punto y seguido. Sin comas ni nada, qué alboroto.
De repente el apetito y el másmásmás, esta noche no quiero otra cosa, por favor. No me detengas pase lo que pase. Nunca había estado tan desnuda y tan presente. Otros nos miran, con ojos encuadernados llenos de celos. Ah, qué embriaguez ésta de llenar el silencio con algo tan rotundo. Unas palabras. Muchas, muchísimas palabras. Y en la cama tres, esa es la regla básica, la única.
Vos, yo y él, siempre Él.
La noche nos sorprendió haciendo lo que mejor se nos daba: leyendo un libro.
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