Hambre
de todo lo vivido y pensado
o acariciado siempre en la retina
mientras duraba el sueño no soñado
del viaje al País de las Ardillas.
Voracidad
en medio de este mar verde infinito
junto a un estanque prolijo en ausencias
lleno de niños de pico amarillo
y patos ebrios que se tambalean.
Apetito
nocturno de vuelos matutinos
de ser toda vestido y toda entera
núcleo de dos mil versos argentinos
caducos en tu boca sinverguenza.
Canibalismo
delirante golpeando en los muslos
cosquillas en el pie o en las pestañas
mis lenguas discuten sin disimulo
y naranjas mis medias son, naranjas.
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