
Por eso.
Porque tiene tu pelo
el mismo tacto que el césped recién cortado,
porque me recuerda al bosque,
porque me recuerda a nosotros, a nuestro árbol
y al Paraíso, sí,
ese que Adán y Eva se cargaron.
Confiésalo, ¿probaste el fruto prohibido?
Yo, lo admito, le di un buen bocado.
Y ahora...
ahora me atraganto
con la semilla que me has sembrado.
Por eso.
Porque tienen tus ojos
la sabiduría del roble
milenario,
porque hueles a pan crujiente,
a fresas con azúcar, a almendras tostadas,
a chocolate amargo.
Por eso y por tantas otras cosas
he pecado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario