Ha vuelto. Después de doce años de sueños placenteros, Charlie ha salido del armario.
-Y no, no me refiero a eso que estaís pensando, porque mi querido amiguito no es homosexual. O quizás lo sea, pero eso ahora mismo me importa un carajo-.
Mierda. Me da verdadero pánico apagar las luces de esta nueva habitación en la que duermo sola, -jamás pensé que diría esto, pero echo de menos los ronquidos de mi hermana-, porque sé que él está ahí dentro, y no tardará en salir con sus ojos demoníacos inyectados en sangre.
En realidad, le entiendo perfectamente, ¿quién puede estar de buen humor por la noche teniendo que soportar el peso de toneladas de ropa desordenada en un solo armario? Nadie. Y menos alguien tan exquisito como Charlie.
Porque mi querido monstruito no es un tipo cualquiera, no. Él es producto de mi imaginación, un ser fantástico nacido de esta cabecita loca, y lleva, por tanto, mi sello original. Con esto quiero decir, que ninguna otra persona está capacitada para ver u oír a dicho personaje, excepto su creadora.
Por este motivo, no voy a perder el tiempo describiendo a mi compañero de habitación, puesto que ninguno osará creer la historias contadas por una neúrotica. En fin, qué se le va a hacer. Me meteré en la cama, despacito, intentando no despertarle, y cerraré los ojos con fuerza.
Esta maldita noche de insomnio, no me permitiré un solo pestañeo romántico, no vaya a ser que el tonto del Charlie quiera, por si fuera poco, meterse en mi cama y babearme la almohada con aire conquistador.
Ya es medianoche y oigo ruidos sospechosos. ¿Quién será...?
-Y no, no me refiero a eso que estaís pensando, porque mi querido amiguito no es homosexual. O quizás lo sea, pero eso ahora mismo me importa un carajo-.
Mierda. Me da verdadero pánico apagar las luces de esta nueva habitación en la que duermo sola, -jamás pensé que diría esto, pero echo de menos los ronquidos de mi hermana-, porque sé que él está ahí dentro, y no tardará en salir con sus ojos demoníacos inyectados en sangre.
En realidad, le entiendo perfectamente, ¿quién puede estar de buen humor por la noche teniendo que soportar el peso de toneladas de ropa desordenada en un solo armario? Nadie. Y menos alguien tan exquisito como Charlie.
Porque mi querido monstruito no es un tipo cualquiera, no. Él es producto de mi imaginación, un ser fantástico nacido de esta cabecita loca, y lleva, por tanto, mi sello original. Con esto quiero decir, que ninguna otra persona está capacitada para ver u oír a dicho personaje, excepto su creadora.
Por este motivo, no voy a perder el tiempo describiendo a mi compañero de habitación, puesto que ninguno osará creer la historias contadas por una neúrotica. En fin, qué se le va a hacer. Me meteré en la cama, despacito, intentando no despertarle, y cerraré los ojos con fuerza.
Esta maldita noche de insomnio, no me permitiré un solo pestañeo romántico, no vaya a ser que el tonto del Charlie quiera, por si fuera poco, meterse en mi cama y babearme la almohada con aire conquistador.
Ya es medianoche y oigo ruidos sospechosos. ¿Quién será...?
Charlie es, seguro. NO te quepa duda de que está allí.
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