Sistemas solares en tus ojos
girando incansablemente
hacen de esta ciudad chica
un lugar ameno, un lugar cálido,
para quedarse.
Aquí cerca del suelo permanezco
dormida entre sabios animales
que huelen y lamen el olor suave
ese olor salvaje, alegre, olor a vida,
que perfuma mis piernas y tus manos
cuando arrancan sollozos del violín
-Casandra sabe muy bien de lo que hablo-.
Y si no que le pregunten a ella, Alma,
niña y madre, hermosa Almita de ojos como balas,
balas negras a punto de salir disparadas
y atravesarte.
-Cruel ternura-.
Te busca, te encuentra, mira celosa tus alas
y se pone triste cuando emprendes el vuelo,
porque a veces lo haces, sin darte cuenta.
El sol deslumbra en este planeta llamado Mercedes,
constelación de san Luis, estrella vieja,
antigua como el hombre que vino a nacer
en tus entrañas, corazón de la Argentina
y ahora, para siempre, mi tierra.
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