Ya resuenan tercos, casi obscenos
mis pasos de tacón, sobre el asfalto.
Tengo la náusea a pedir de boca,
tengo el corazón hecho un guiñapo.
Ya son casi las dos de la mañana
y yo aquí comiendo jamón serrano
con galletas maría y pensando
qué milagro estar viva, qué puto asco
encontrarse en el metro a un tipejo
calvo, gordo, lascivo y trajeado,
que saca trozos de pizza del bolsillo
con manos grasientas, como un mago.
Noche de versos sin cicatriz,
ojos café con leche del pasado,
putas y ladrones familiares,
aliento fatal a whisky barato.
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