Si no me saltasen tantas ranas por dentro tal vez podría ser sincera. Abrir la boca y decir sí o decir no o decir tal vez he dejado de creer en la poesía o en eso que yo llamaba verso y que sólo era una violación de la letra. Para qué seguir escribiendo que llueve en Madrid y en Buenos Aires y en Málaga, y en tantas tantas ciudades, si es algo que ya sabemos todos. Para qué fantasear con el desconocido de la clase de hispanoamericana si después nunca se llama J, sino X o Y o incluso Z.
El mundo está lleno de equis, i griegas y zetas.
El mundo está lleno de
el mundo está
el mundo
(A esto Eguren lo llamaría elipsis del sintagma blablabla. (todo señala a que este curso voy a suspender gramática...)
Todo es coincidencia, todo fatalidad. Y la vida una costumbre con sabor a plátano.
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