A la Gema de hace tres meses,
que todavía tenía la habilidad de soñar
Triste es tal vez el adjetivo que definemi boca solitaria desde lejos
He amanecido -sí-
no queda otra:
soportar la humedad porteña
en los cristales grises
recordar las pesadillas con miedo
a seguir atrapada en su espesura recién cortada
despertar y que me falten dos manos
una nariz mil pestañas veinte
dedos durmiendo en la cintura
y una caricia breve
en la nuca
la paz de unos ojos
ah
los míos en los tuyos
y el frío afuera:
húmedo y triste y solitario
y
(ya me estoy repitiendo
como siempre)
Qué tonto es pensarte allá en tu cama
preguntarme qué has soñado y cómo
en qué desorden
si has sido feliz si lo recuerdas acaso
si llamea la llama y tu Alma
vuela y te devuelve
las ganas de quedarte
o las ganas de volver aquí y arrancarme
una pesadilla del pecho
que no deja de sonreír desde mis uñas
y me acusa con rojo
sin compasión
perversa
me voy a saber cuando estés maullando
en mi vientre
garras contra garras
y todas las libélulas acudan
a verme rehacer el amor con mucho cuidado
como el beso de dos niños
que huyeran de la infancia
con temblores
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