domingo, 5 de junio de 2011

Desenmascarada por fin: mucho más que ingenuidad.






Como el turrón de Suchard, que vuelve a casa por Navidad; así vuelvo yo al hogar.



Porque este blog es un poco mi casa, otro poco mi infierno, y el resto, una pincelada de ingenuidades a medias. -No todo lo que escribo es real, ni todo lo que miento, ficcional. Hay un batiburrillo de ideas que me salpican por aquí y por allá, como las graciosas gotitas que se han quedado adheridas al cristal de mi ventana. Total, que en resumidas cuentas este cajón-desastre-literario se ha llenado de poemas que no son tales, sino versos mal compuestos y peor rimados, declaraciones más o menos burlescas de mi vida sentimental, ingenuidades muy ingenuas e ingenuidades de bolsillo, torpezas de la vida cotidiana mundanal, refrigerios en prosa y aperitivos en verso. Poca cosa, si nos paramos a pensar.



Mi intención es darle la vuelta. Pero no un giro leve, no, sino un giro espectacular, vencer el miedo a llenar páginas y páginas con palabras. Con mi voz. Con mis gritos, que son los gritos de una loca de atar.



Tampoco es cuestión de ponerme a escribir cualquier cosa. Para eso está eso que se llama el diario secreto -que hace tiempo que dejó de ser secretos porque no tengo demasiado que ocultar.- ¿Por dónde iba? Ah, sí! Como estaba diciendo, me gustaría extenderme más allá de los límites de mis límites, no poner fronteras en mi cabeza ni en mis dedos. Quiero escribir mucho, y quiero hacerlo bien, o intentarlo poco a poco, aunque sea un trabajo costoso y requiera tiempo. Hasta la fecha he creído que solo escribía para vomitarlo todo y quedarme limpia. Ahora sé que no es así, que escribo por puro azar, porque no puedo no hacer de mi vida un hecho literario. Llamádme loca o ingenua. Ya todo me da igual.



He vuelto al ataque y estoy más que lista para comenzar.

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