viernes, 9 de enero de 2015

La morfología de Clara C. Scribá




En el hipotético caso de que alguien me preguntara por qué Plurales es un poemario diferente del resto, yo le respondería sin pensármelo dos veces: porque lo ha escrito Clara. Y no hay otra explicación.

Los que llevamos un tiempo orbitando alrededor de Clara conocemos su sentido práctico, su manera sencilla de estar en el mundo y alimentarse de él. Su magia. También sabemos que padece una extraña enfermedad llamada gramática, atribuida a los filólogos con una cierta tendencia a inmiscuirse en las tripas de las palabras, en la terca y desquiciante anatomía de la lengua. Y os preguntaréis, ¿dónde se puede observar este fenómeno en el poemario de Clara? Y mi respuesta es: en todas partes.

Comencemos por la estructura: ya desde el principio nos encontramos con tres pronombres personales (nosotros, vosotros y ellos), más conocidos como “plurales”. Y lo más sorprendente de esto es que, aunque estos pronombres hacen referencia a más de un individuo, también están dentro de la poeta, son una parte vital de ella, por eso decide escribir concretamente sobre algunos vosotros y otros tantos ellos. Clara, que es una alumna muy aplicada, sabrá que con esto ha conseguido hacer de su poesía un auténtico pluralia tantum. Ejem… ahora voy a ponerme exquisita: esta clase de sustantivos se caracterizan por tener una morfología plural pero también pueden indicar un solo objeto, es decir, no tienen forma singular o, en caso de tenerla, no se emplea normalmente. Podría dedicarme a hacer una lista de pluralia tantum, pero por suerte yo sólo estoy aquí para escribir sobre los versos de Clara, sobre la maravilla que supone encontrarse en el papel con una mujer y los infinitos seres que la habitan.

Si habéis leído atentamente los poemas de Plurales probablemente os hayáis fijado en el ímpetu que siente la poeta de robar versos a los poetas que admira. El lector puede paladear la excelente combinación de dos sabores que se juntan: José Hierro y Clara, o Clara y Violeta C. Rangel. En la última parte del libro, y haciendo gala nuevamente de su lado más filológico (aunque yo diría que esto no lo ha aprendido en la carrera) la poeta escoge uno o varios versos de dos poetas con mayúsculas, Jaime Gil de Biedma y Luis Cernuda, así como de un gran cineasta, Luis Buñuel.

Pero ahí sigue latiendo Clara, por mucho que intente camuflarse, por más que intente modular la voz y a veces se le escapen versos en inglés o en italiano (la chica tiene don de lenguas). En sus poemas hay fortaleza. El amor ha pasado por encima y ha dejado secuelas irreversibles, pero es necesario seguir adelante y continuar escribiendo. Me conmueve especialmente su último grito, que se abalanza sobre el lector: “Tú todavía estás aquí”. Es la rebeldía del que se siente llamado por la letra y lo acepta; incluso hay ocasiones en las que también se alegra de ello. Yo por mi parte me siento en deuda con los versos de Clara y espero que siga pariéndolos, dándoles el empujón definitivo. 

Aquí estaremos (nótese el plural) para recibirlos con los brazos abiertos. 

miércoles, 31 de diciembre de 2014

De por qué Joyce también escribía poemas de amor

And the time of dreaming is over
as lover to lover
sweetheart, I come.

(James Joyce)

Luego contigo las primeras luces del día
      y otro nuevo amarse con desesperación
   
                -inválidos-

Mientras tanto qué decirse cuando los ojos se rasgan
              qué hacer con los destellos de ángel
              a dónde volver si no hay hogar en las hojas

húmedos de nosotros mismos
  trazamos la herida con marcas voraces

      tus manadas de ciervos inclinan sus bocas
 sobre las aguas grises del primer abrazo

            Ayer el sueño cuatro veces vivido pero
 nadie ha dicho que sea suficiente calor en la espalda

                     y ahora este dolor: este páramo al que me obligo

    sí arquearse cuando tu voz en alto y gravemente
 yo quiero masticar el desgarro

 Absoluto y niño te envuelvo desnudo

                     imagino la noche sin tiempo y sin vida
                                     
                                me dejo llevar hacia el último abismo.

     
       

   

   



jueves, 25 de diciembre de 2014

Retrato de un hombre en escala de grises

El viento siempre, polvo en los labios
y dos cuerpos que se contagian
la vida y la muerte más ciertas,
dos carnes que se alimentan
de una sola desmesura.

(Luisa Castro) 
Grises, tus párpados caen y te derramas
de forma incomprensible, sutilmente 

No caminas hacia el sueño: te arrojas a él

No tienes miedo ni temes a estas manos temblor
que trazan tu perfil con furia contenida

Tuya es la nariz, su fiel relieve

         Respiras milagro 

Tal vez ahora pronunciaré los sonidos
que no soy capaz de trasladar al poema 

          Estruendo desnudo

Y de pronto tus canas diminutas, plateadas,
el rigor literario de las ojeras altivas
la oscuridad plena de tus ojos pecado

Duerme así, sencillo, siente cómo te acunan 
todas las voces mías
Voces que junto y callo mientras la noche
se hace más noche y no hay calma que pueda seducirme

        Todas las bocas; esa es tu boca
que viene a quebrar mi cuerpo en momentos solsticio
  y yo lucho, te lo juro, lucho
 con el alma con los puños con las letras
          yo lucho para no resistirme.











miércoles, 17 de diciembre de 2014

Retrato de mujer en gama fría

El que mira desde fuera por una ventana abierta 
no ve nunca tantas cosas como el que mira una ventana cerrada.
(Charles Baudelaire)


De su rostro en el cristal prendado
no deduzco sino el primer recuerdo:
           trotaba
      era un caballo distinto en las llanuras de América
sus crines largas de libertad y llanto y clases
       de un grado en literatura comparada.

               Lejos
        ella quería irse lejos del establo
  del estado sitio  irrespirable patria bajo su piel agujero.

 Ahora los labios se reconocen al contacto
          con el cristal su pelo es el sol de las cinco
 y media de la tarde falsamente tibia
           tras los muros de esta biblioteca
 que podría ser cualquier biblioteca de invierno.

             Negocian esos ojos negocian consigo mismos
   y ya no es la extranjera azul sino una mujer
               que sueña un regreso postergado y ese amor
     que ya nunca volverá a repetirse.

             Dentro de su jersey bosteza
      un libro que roza el anonimato.
           Los párpados se hacen escudo rojo y su risa
                      no puede traducirse a nuestro idioma.
         
            Luego tal vez me marcharé despacio  
      y no sabrá de mi rostro en el cristal prendado
             que al igual que el suyo es sólo un fragmento
         reducto triste de otra filología.  





       

lunes, 15 de diciembre de 2014

sobrepasarse mutuamente


El que tú seas basta. Y al hecho de que yo exista
déjalo, entre nosotros, que se quede en suspenso.
(Rainer Maria Rilke)


La materialidad de tu cuerpo cuando lo escribo a lápiz
    ahora indescriptiblemente tus pestañas dos silencios
               rugiente ceremonia en que la piel sonríe

                      soñemos

                que el fin nos sorprenda enlazados y remotos
                     llena la boca de una palabra impronunciable
           
       me adentro en tu espacio onírico y no hace falta
               que digas mi nombre o que recuerdes
         el perfume a gritos de la ausencia

                              estamos soñando

                         no deseo otra cosa que callar pronto
           dejar que seas tú invierno y hermosura
                       respiración compacta con la que duermo y hablo

           así la noche crece y despliega sus galas diminutas
               mientras tanto
  yo cierro el poema para no despertarte.

                       
         
       

       

sábado, 29 de noviembre de 2014

esculpir en el viento


primero encendimos un fuego y nuestras voces se volvieron tibias
luego invocamos el futuro y abrazamos los troncos que ardían levemente en la penumbra

pasaron las horas  no pasaron   el tiempo era un ser diminuto aferrado a la cornisa
y los días de ayer se convirtieron en lo que eran     recuerdos rotos
un calcetín con agujeros sobre la chimenea mientras duran las navidades

la desposesión vibrátil  el pulso firme de los dieciséis cuando escribía
la primera carta de amor   o lo que es lo mismo   la primera sentencia de muerte

casi diciembre entre los dedos de los pies y alguna que otra penitencia

el pelo nunca del todo liso ni rizado   -nunca más pelo sino criatura tristísima-

los ojos   a veces pienso que estos ojos de capitán de barco no son consecuentes
ni siquiera humanos   nada tienen de particular excepto su rabia de atardecer

después del fuego no nos dijismos una sola palabra comprensible

apareció en nuestras bocas una lengua de sueños secretamente ovalada

escuchamos con las vísceras el crepitar mutuo   la dicha del desenlace

ha cesado de pronto la hermosura   es así siempre

inacabable ausencia   hay rostros que nunca podré esculpir.



viernes, 14 de noviembre de 2014

bailes de ave migratoria


Me deslizo por
sobre las cosas con incendio y pesadumbre

                   Has raspado el hueso y extraído
          lo que nunca hubo en él: la miseria

                                          sangrante
                                           conciliadora
                                                        rosada
                                                              tác-til

                            Sonríen la miseria y la migraña
                                                pero nunca mutuamente
   
                                          Desayuno una tostada de tristeza miro
                                                     el cielo gris bailo
                                    en el espejo con los párpados la ausencia

                        Con los párpados me apresuro a ser la misma

                                                       esto es:
                           radicalmente otra
                                     
                           No encuentro los trozos no siento
       los agujeros en las medias las jirafas
                 
                                        Yo
                                                  bramido y yo
                             mansedumbre

                                                    Mi cuerpo

                                    sagrada destrucción
 
vergel zarandeado que ensaya lo divino.